Mi querido Amigo:
Te escribo desde el lugar al que me recluíste, hace mucho tiempo, el desván.
Aquí los días son grises, no vemos el sol, nuestras ropitas tienden a un tono marronoso por acumulación del polvo, la presencia de tu aroma en nuestros cuerpecitos ha sido substituida por el olor a humedad, nos se nos permite llorar porque nos desaríamos, pero se nos permite recordar.
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